… me roba atención, me roba energía, me roba muchas cosas que no voy a recuperar.
Cosas que descubrirás si te desinstalas instagram.
El final te sorprenderá.
Hace más de un mes me desinstalé instagram del móvil.
No tengo ninguna gana de volver a instalármelo.
Creía que ya no, pero reconozco que instagram me creaba FOMO (Fear of missing out).
El FOMO es la forma de llamar a esa ansiedad que sientes cuando te das cuenta de que están pasando un montón de cosas y tú no estás ahí. Te lo estás perdiendo, estás malgastando tu vida. Te produce ansiedad, tristeza y quizás envidia.
Lo que me pierdo
Si no estoy en instagram me pierdo muchas cosas.
Sobretodo recompensas inmediatas.
Después de un mes, ya no me autoengaño:
Instagram no me estaba formando ni inspirando.
No siento que conecte con nadie ni que apoye a nadie.
Es el scroll infinito de una bonoloto esperando a que te toque el bingo. Esperando a esa publicación que sí te puede interesar. Pero, mientras tanto, scrolleas y scrolleas, porque quizás lo siguiente sí te interese.
Nota: estoy hablando de instagram como consumidora. Soy consciente de que instagram es vital para el trabajo de muchas marcas y es una herramienta muy útil.
Enganchados
Este tipo de enganche lo explica muy bien Nyr Eyal en Hooked (tengo previsto hacer un resumen/podcast/vídeo con los puntos más importantes de este libro).
Sigo teniendo la cuenta activa y de vez en cuando me conecto desde el ordenador.
Instagram sabe que en ordenador no engancha tanto como en el móvil. Y sabe que estando en el móvil puede recolectar más información. Por eso mismo, hace la vida más complicada desde el ordenador.
Pero yo ya no quiero que instagram sea fácil para mí, porque lo quiero fuera de mis hábitos de consumo. Instagram era un hábito automático: Estaba aburrida y aparecía abierto. No era consciente de cómo había hecho ese gesto.
Hábitos inconscientes
¿Sabes con qué más me pasaba esto? con la comida. En La vida engorda cuento lo frustrante que era darme cuenta de lo que estaba haciendo cuando ya me había comido media olla. Había pasado un rato comiendo sin saber qué estaba haciendo y sin poder parar. No había vuelta atrás.
La batalla y la terapia fue irme dando cuenta cada vez más pronto. Hasta que me pude dar cuenta antes de empezar.
Un día me di cuenta de que con instagram me sentía igual. Cuando me daba cuenta, llevaba ya 20 stories.
Con el ejemplo de la comida quiero decir que mi guerra no es contra instagram. Tampoco lo es contra la comida. Es contra la relación y los hábitos que he adquirido con ellos.
Otro tema, es que existen comidas y aplicaciones que han sido diseñadas para que acudas a ellas en busca de confort. Ese tema lo dejamos para el día que desgranemos el libro de Nir Eyal sobre productos que crean hábitos.
No es una lección
No pretendo dar lecciones, ni acabar con instagram.
Yo he descubierto que puedo vivir sin instagram y quería contártelo. Porque pensaba que sería más difícil. Cría que lo echaría de menos.
Y ahora que estoy fuera, me parece una burrada que todo el mundo asuma que todos tengamos instagram.
¡Hastaprontomuybuenas!